domingo, 18 de marzo de 2012

THE SHOW MUST GO ON

Semana de la moda tras semana de la moda encontramos fuera de los recintos donde arden las pasarelas un espectáculo en ocasiones bien distinto al buen gusto (supuesto buen gusto de los diseñadores afamados y sus millonarias y recalentadas colecciones). Niñitas, niñatos y aniñados se pasean por las calles con looks imposibles y ridículos, en una lucha perenne por ser el más audaz, el más moderno, el más atrevido y el más llamativo. Cámara en mano, se miran, se gustan, se adoran entre sí mientras se envidian y tratan desesperadamente de llamar la atención de los viandantes, de alguna modelo y por qué no; de algún editor de revista de moda. Luchan denodadamente por hacerse un hueco, dejarse ver, hacerse un nombre... ¿en qué? ¿De qué manera, o a cambio de qué, y para qué? Posiblemente piensan que a través de la creación de un ego-blog y sacarse fotos con una Mark II y con ropas de H&M siempre mezcladas con Miu Miu, Lanvin o Dior llamarán la atención de otros cientos de niñitas, niñatos y aniñados que comenzarán a seguirlos en rebaño e incluso imitando sus atuendos, de modo que obtendrán una visibilidad importante dentro de la red, ya sea digital o de papel, en la que las arañas más gordas querrán contratarlos... y así será.

¿Qué aportarán realmente a la moda estos individuos? A la moda posiblemente nada, pero al mundo de la moda sí. Revolución sensorial y visual añadida a todo lo que ya conocemos. Pero siempre podremos maravillarnos ante alguien vestido con filetes de ternera. The show must go on.

No hay comentarios:

Publicar un comentario