miércoles, 15 de abril de 2009

Amoríos en papel reciclado

Últimamente me da por leer historias estúpidas. De esas escritas por y para chicas. De esas escritas en libros con tapas rosas, fucsias o verde lima. De esas en las que casi todo son estereotipos, bien avenidos o no. No quiero entrar en si se trata de buena o mala literatura, porque obviamente no lo es, pero no por ello deja de serme útil. Soy práctica, y en estos momentos necesito este tipo de cuentos de hadas tontos para tontas-listas.

Toda mi vida me ha encantado leer; seguramente, junto a cantar, ha sido una de las aficiones que con más entusiasmo he practicado. No sigo a autores en concreto, ni clásicos ni modernos; funciono de modo más bien disperso e intuitivo. Entre el Koldo Mitxelena, Fnac, la biblioteca de mi casa y la de mi abuelo tengo un océano de libros aún por descubrir: novelitas viejísimas de papeles cenicientos y aromáticos, y un montón de libros de temática variada y extraña que desde pequeña me ha fascinado. Recuerdo pasarme horas entre los libros de mi abuelo, buscando, encontrando, topándome con sorpresas inesperadas entre toda clase de historias maravillosas. Y aún mantengo (y espero mantener toda mi vida) ese ritual de búsqueda, a veces consciente y a veces inconsciente, que me lleva a obras de filosofía, de espionaje, de metafísica, de humor inglés, de amores profundos y dramáticos, de medicina, de tensión mental y emocional, etc. Cualquier libro que me llame la atención, bien sea por el título, por la sinopsis, por su arrugada y reseca tapa... lo que quiero decir es que me gusta sorprenderme, siempre.

Pero últimamente sé lo que quiero y sé cómo encontrarlo (al menos en cuanto a temática novelesca). Y quiero historias bobaliconas. De esas que las chicas protagonistas nunca son bellezones pero sí monísimas y con toneladas de encanto, pero que son unas románticas empedernidas y que, aunque nunca tienen suerte con los hombres, al final siempre encuentran al Príncipe Azul. Es cierto que estoy consiguiendo (o eso creo) desembarazarme del ideal Disney, por mucho que me sigan enterneciendo y maravillando sus viejas pelis, pero estoy posando ligeramente los pies en la tierra en cuanto a ideales se refiere. Sin embargo, en este tipo de novelitas "rosa", al final todo sale bien, y el Príncipe y la Princesa son felices y comen perdices, por siempre jamás, amén. Y qué tiene de malo? nada.

Basta de poses intelectualoides. Me gusta leer, ver, escuchar, y saborear calidad, pero no voy a ocultar que estas historietas me sacan la lagrimita y me hacen reír, qué leches. Y si algo te toca el corazón, aunque sea levemente, no es malo, no? Por eso reivindico este tipo de libros. No son ninguna obra de arte, pero sirven. Creo que hay que ser libre y consciente de una misma, al menos en la medida de lo posible. Si alguien se burla de tí por leer estas gilipolleces de vez en cuando (aún no me ha pasado, pero si me ocurre... que se agarren), por considerarlas no aptas para mentes inteligentes... me parece una soberana tontería.
Quiero mi margen romanticón y tontorrón, y punto.

A todo esto... Jane Austen se podría considerar chick-lit?


Juraría que quería escribir algo más, pero no recuerdo... Ah! en cuanto a esas novelillas... PARA NADA estoy hablando de esas en las que en las portadas aparecen hombres musculadísimos y ellas llevan vestidos decimonónicos nada recatados... en esas aún no he caído. Aún!!

Me dejo algo...


5 comentarios:

  1. Fíjate, que yo me estoy dejando atrapar por un libro de relatos de Roald Dahl (nada que ver con las novelas de las que hablas), pero que me apetecía leer. Y he descubierto en una de las historias, la cuarta habitación de la película Four Rooms. ¿La has visto? Ya te contaré de qué va, me ha hecho gracia.

    Y me están gustando los relatos, cuentos, llámalos coo quieras. ¿Quién dice que Charlie y la fábrica de chocolate es sólo para niños? Quien lo diga, que le den!!! Son muchos los días que me tienta leerme de nuevo "La princesa prometida" (William Goldman) o "La historia interminable" (Michael Ende). Estoy, creo, regresando a sentimientos de la infancia, y me gusta.

    Esas novelillas que pululan entre manos de féminas que tú y yo sabemos, espero lleguen algún día hasta mí, también hambrienta de finales felices y sin dobleces. Heroínas de tales (leído: teils) de la vida moderna. El amor tiene tantos matices y tantas formas de surgir, que es bueno que de vez en cuando te lo cuenten al estilo de estos libros. Entono también el "¡Qué leches!"

    Besotesssss.
    Virginia.

    P.D. Espejillos!!!!
    P.P.D. He tenido hoy un extraño momento FNAC que ya te contaré... ¡Cosica!

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  2. me sumo a los gustos por libros de historias modernas de cenicientas que siempre encuentran el príncipe azul tras mucho disgustos... y los libros que se comparten entre amigas al estilo Lucy Sullivan se casa... eso es seguro algo que no comparten los tios...
    Ah y me da igual que los llamen fast books!

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  3. Dios mío, la cosa va de mal en peor... me estoy leyendo otro de estos libros; en esta ocasión la portada es de un tono rojo chillón. Qué me está pasando?

    Padre, por qué me has abandonado?

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  4. jajajajaja
    espera que te falta el que tengo yo para tí: Adicta a las compras!!

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