domingo, 15 de noviembre de 2009

Ni siquiera el Purgatorio

Estoy un poco atascadilla. Tengo que terminar un artículo para un proyecto y estoy en blanco. Quizá por el hecho de que debe ser muy breve no consigo dar con las palabras que resuman todo. Y me aburro. Y tengo sueño. Y no quiero hacer lo que tengo que hacer. Quisiera soñar un poquillo, pero no hay nada en el horizonte que me provoque el estado mental/emocional que necesito. Eso sí. He caído en un gran agujero. Llevo media tarde escuchando, una y otra vez, tres cancioncillas de cierto quinteto de los noventa que no nombraré aquí. Quedaría demasiado mal. Pero la realidad es esta: no dejo de escuchar esas tonadillas tontas y fáciles. Y cuando empiezo así, dejándome llevar por gilipolleces como esa, y divagando por lugares no recomendables... sé cómo puedo acabar. Y si aliñas toda esta estupidez con un poco de, mmm... Jacques Brel, y Scott Walker, y Jaques Brel, y Scott, y el grupete ese... pues definitivamente no te has ganado ni siquiera el Purgatorio. Pero me siento así. Tontica.

Me repatean particularmente estos días que cuentas con algo de tiempo, y cosas pendientes que generalmente te apetece hacer (o debes hacer) y que sin embargo, no tienes ninguna gana de hacer, excepto cuando no cuentas con nada de tiempo. Me explico. Durante la semana, entre clase, deberes y curro, apenas tengo tiempo para chorradas (aunque siempre mantengo un margencillo para mis cosicas). Ocurre que a veces tengo tiempo; por ejemplo, una tarde entera sin compromisos, libre por entero para mí. Entonces me digo: por fin, ahora termino las letras de aquéllas canciones... y luego dibujaré aquéllo que me rondaba por la cabeza, o continuaré escribiendo aquél relato que tanto me estaba emocionando... pero no me apetece. Son, precisamente, los días que tengo tiempo, los días que me apetece perderlo. Y es una gran putada. Como una broma cruel y despiadada. Esos días sólo quiero quedar con mis amigas, o ver la tele, o pasarme horas leyendo, o mirando al techo pensando en cómo construir una cámara que sea réflex sin serlo... Y en cambio, cuando me he acostado a las dos de la mañana por terminar alguna cosa y me tengo que levantar a las siete, no puedo dormir. Me quedo leyendo hasta tarde y encima me levanto y me pongo a dibujar estupideces. Joder, debería estar durmiendo. Y me pongo a pensar en lo genial que sería atreverme a decirle algo a aquél camarero de ojos oceánicos y me invento todo un romance. En fin. Y me pregunto... pierdo el tiempo o lo gano? La verdad es que no termino de entender estos mecanismos.

Siempre me falta tiempo, para perderlo y para ganarlo. Y para perder, y para ganar.



Estoy un poco atascadilla.



PD: Por cierto, vaya sosez de post. Creedme que he dudado horrores en publicarlo. El título prometía más, verdad? En fin; otro día hablaré sobre el Purgatorio. Qué dolor de corazón!

4 comentarios:

  1. Je je en fin, me he sentido así muchas veces... justo cuando tengo tiempo libre y puedo hacer todas esas cosas pendientes que mi creatividad me pide, justo entonces estoy demasiado cansada y sólo quiero perder el tiempo, ver una peli o como dices quedar con mis amigas y hablar de cosas superficiales o no... el caso es que lo necesito para descomprimir... y luego viene la queja: Tenía que haber hecho esto o aquello... pero te digo una cosa, ese tiempo perdido es muy necesario y si no lo tienes entonces sí que estas perdida, de verdad.

    PD: Yo aún espero una carta desde el Purgatoria. La Reina de aquellos parajes me prometió una fiesta por todo lo alto y por ahora lo único que tengo es espera en este sitio tan solitario que es el cielo. Dios espera pero a veces desespera jajaja

    PPD: ese camarero se merece algo más, ¿por qué Sara deluXXXe?... porque él se lo merece...

    Gigi.

    ResponderEliminar
  2. Se lo merece? Sí, la verdad es que tiene pinta de merecérselo ;) perseveraré!!


    Y no desespere amiga mía, esa carta llegará. Muy pronto, pero cuando menos lo espere...

    ResponderEliminar
  3. Bueno, al menos escribiste una entrada en tu blog! Yo siempre me pongo un poquito contento cada vez que lo consigo.

    ResponderEliminar
  4. La próxima vez que visitemos ese lugar donde tan bien comemos, cenamos, desayunamos, ese camarero tendrá algo más que un océano en su poder. Espero que capture una sonrisa tuya, por la cuenta que le trae... O vas a acabar cambiando de camarero.. jejeje.
    Y ese grupo de los 90 que comentas, creo que nos ha rondado a más de una, y más de una vez.
    Benditos días aproveciados, desperdichados... entiéndote.
    Muas!

    ResponderEliminar